martes, 17 de octubre de 2017

PENSAMIENTO CORRUPTO (PLANTEAMIENTO)

Retomando la pregunta sobre si el pensamiento corrupto es de carácter individual o colectivo, basados en que consecuencias tales como fundamentalismo religioso, discriminación de género, desarrollo insostenible e inhumano, corrupción, así como plagio y usurpación de derechos de autor, que en conjunto obedecen a comportamientos colectivos que de cierta manera validan intenciones individuales, nos vemos transitando una línea muy delgada entre una ética urbana a la que cada quien se adapta en armonía, pero con un deseo tan reprimido de desarrollarse libremente, que se termina en una anarquía que en cada oportunidad que se presente, aflorará en pequeños pero significativos actos corruptos.

El Arquitecto Ignacio René Uribe López en su publicación "ÉTICA URBANA, LA CONSTRUCCIÓN DE UN ÊTHOS CIUDADANO" plantea dos situaciones medulares que afectan la moral ciudadana, la primera es la historia de violencia e intolerancia como parte ya de nuestra identidad como país (la típica y estigmática frase de "es que somos colombianos, qué más se espera") y una acomodación a la cultura global que de todas las formas posibles, nos invita permanentemente a una masificación enmarcada en la frivolidad y tergiversación de los valores humanos. Como se puede observar desde ese punto en adelante en el artículo, aunque la sintomatología se percibe en el colectivo, el origen absoluto tanto del problema como de la solución, solo puede residir en el individuo.

Y es en el individuo donde convergen el pensamiento corrupto y por ende la acción corrupta, esa que sustentada en pequeñas decisiones que se cree no tendrán impacto o si lo tienen será imperceptible, pero que olvidamos que la cotidianidad las va amasando cual bola de nieve rodando por la montaña, para terminar aplastándonos en consecuencias cíclicas que algunos denominan "karma".

Porque cuando los actos corruptos nos afectan, la indignación y exigencia de justicia no se hacen esperar, nos investimos de autoridad moral y buscamos castigo para quien cometió tan imperdonable crimen. Eso tiene un nombre vulgar bastante claro y explícito: doble moral.

Ahora bien, se busca un ÊTHOS URBANO que se constituye como una cuasi utopía basada en el desarrollo de una convivencia ciudadana que en primera instancia transforme nuestra identidad, saliendo del círculo vicioso histórico y en concordancia con eso, derivando en una cultura que tiene bien definidos sus valores y actúa en sincronía con ellos; por otra parte se plantea que para lograr ese giro de noventa grados al impactar al colectivo, se debe sine qua non hacerlo desde el Locus Interno,apelando y esperando que todos y cada uno de nosotros, desde nuestra auto motivación, auto gestión y especialmente auto control, tomemos las pequeñas decisiones cotidianas que aporten lenta pero significativamente a la construcción de ese escenario, desde la transición del pensamiento corrupto al pensamiento de valor, desterrando la doble moral e institucionalizando una sola, firme y no negociable.

El plagio y la usurpación de derechos de autor, así como los demás síntomas de depreciación social, no tienen solución en acciones de represión por parte de quienes pretenden combatirla, sobre todo si en las instituciones de formación que tanto valoran la protección de derechos en el trabajo legítimo y original de sus estudiantes, tristemente se observan situaciones como las denunciadas en el medio de comunicación El Espectador en sus ediciones del 02 de marzo y 27 de julio de 2017, que tienen como protagonista de un caso comprobado de plagio, al Rector de la Universidad Nacional Abierta y a Distancia UNAD. Circunstancias como esas invalidan totalmente los procesos de coacción en procura de un mejoramiento continuo de los procesos formativos en los estudiantes del Alma Mater.

Concluyendo con lo documentado por James Wilson y George Kelling en el libro DELITO y SOCIEDAD, en el que exponen de forma didáctica y concluyente la Teoría de la Ventana Rota, que resumidamente consiste en poner de manifiesto cómo el orden y sentido de pertenencia inculcado y demostrado desde la institucionalidad, lenta pero decididamente va calando en los ciudadanos, por tanto, usando inversamente el principio del "permiso" que colectivamente se da al individuo para dar rienda suelta a su pensamiento corrupto a partir de una acción de desidia social (una ventana rota en un edificio abandonado) y en consecuencia la anarquía explosiva en acciones corruptas, se logra cambiar el escenario desde un Locus Externo sutil que implica un acompañamiento permanente de la institucionalidad, no como agente represor sino como facilitador ético a través del ejemplo y el sentido de pertenencia aplicado en los espacios públicos, tal como lo mencionara el Arquitecto Uribe López: "Construir una Cultura Ciudadana como aglutinante de nuestra personalidad nacional depende de construir, no una cívica o conjunto de normas heterónomas que nos regulen desde afuera, sin un convencimiento pleno de su utilidad por no surgir de la necesidad sentida como comunidad humana, sino la formación de un carácter o personalidad moral, un Êthos social, y que nosotros tomamos para reelaborarlo desde nuestra propia disciplina: La arquitectura como morada humana"

Logramos sintetizar entonces, que siendo determinante el factor volitivo particular del individuo, un conjunto de acciones desde la institucionalidad como referente de autoridad moral y práctica, se puede constituir como un ejercicio efectivo en la búsqueda y conservación de esa urbe enmarcada en una cotidianidad tolerante que en lo particular logra el bienestar, teniendo presente y como objetivo el beneficio común, sin perder libertades y cimentando su propia identidad.

BIBLIOGRAFÍA


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